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Revolucionar las políticas de empleo (I)

Comienzo una serie de post para replantear las políticas de empleo en España. Y lo he querido hacer con un consciente ejercicio de autocrítica a los que trabajamos en programas de apoyo a los emprendedores, que demasiadas veces nos erigimos en salvadores de la patria y estamos encantados de habernos conocido. Espero que siga leyendo pero le adelanto la idea fuerza de este post introducctorio: de esta situación no salimos a base de startups.

El mes que nuestro país ha alcanzado la cifra récord de 6 millones de desempleados se hace preciso realizar un balance de situación. Podríamos empezar por recordar las palabras del ministro Cañete “la reforma laboral está empezando a dar sus frutos” pero no es mi intención causarle a usted más arcadas de las necesarias.

En el lado contrario encontramos muchas columnas y discursos –con las que me identifico plenamente- que ponen el acento en el drama social que se esconde tras las cifras, los rostros reales de esta crisis brutal, las historias cotidianas de las víctimas de esta sangría económica y social que aún muchos pretenden presentar como imputados “El problema es que vivimos (vivisteis) por encima de nuestras (vuestras) posibilidades” y a las que no hace mucho el expresidente de la CEOE exhortaba “esto se arregla trabajando más y cobrando menos”.

mural sobre el paro

Y también están los que frente a esta dramática situación se atreven a formular soluciones con discursos tan manidos como estériles “debemos cambiar nuestro modelo productivo” con una colección de argumentos facilones tales como “hay que exportar más, ser más competitivos, potenciar una I+D aplicada y conectada a la industria, mejorar la transferencia desde la universidades al tejido productivo…” Sí señores tienen ustedes razón pero permítanme que les dé algunos datos.

Tenemos 6 millones de parados y para que se hagan una idea el mejor año del boom inmobiliario se crearon 700.000 empleos –cuando España parecía un océano de grúas y un mono podía cruzar la península sin pisar el suelo saltando entre oficinas bancarias y chiringuitos inmobiliarios- Hoy -como saben- no sólo no creamos empleo sino que lo destruimos y los mensajes de los gurús de la austeridad radical tampoco nos aportan mucha tranquilidad “parece que el mercado está terminando de purgarse”

Tomemos que esta pandilla de cínicos –que cuando España va bien ganan y cuando España va mal, ganan mucho más- tiene razón, y por arte de magia en este año 2013 se empieza a templar la cosa y conseguimos empezar a crear empleo a un ritmo –a día de hoy una quimera- de 200.000 puestos de trabajo al año. Las cuentas que nadie hace ni nadie publica son brutales: Tardaríamos 30 años en absorber la bolsa de desempleo de este país, o lo que es lo mismo, muchos de estos desempleados no tendrán trabajo jamás en su vida.

Ante esta coyuntura los más realistas vaticinan un éxodo masivo de jóvenes hacia otros países. Esto va a suceder sí o sí, la única duda es si será un millón, dos o tres. Y luego están los que insisten en el cambio de modelo productivo y se les llena la boca con las startup, los business angel, las aceleradoras de negocios…

Es una realidad que conozco bien por mi trabajo: Ayudar a crear nuevas empresas de rápido crecimiento basadas en talento e innovación resulta prioritario, tanto para dar salida a algunos de los jóvenes más preparados de la historia como para comenzar a tejer un modelo económico híper productivo, intensivo en trabajo cualificado y con capacidad real de mejorar la calidad de vida de nuestra sociedad en vectores como la biomedicina, el medio ambiente o el acceso a la información… Pero a nivel macro económico a corto y medio plazo las startup son el chocolate del loro.

En la última década, con el creciente esfuerzo por parte de las administraciones públicas -especialmente intenso en los últimos tres- y una cada vez mayor responsabilidad del mundo empresarial, han cristalizado en España cientos de programas de incubación, clusters, parques empresariales tecnológicos, líneas de crédito blando, sociedades de inversión… Y sin embargo su impacto es todavía muy limitado. Son gotas en el desierto. Cuando un periodista me preguntó hace unos meses si no comenzaba a haber una burbuja del emprendedor en Aragón – le contesté: el problema no es que hayan nacido media docena de proyectos de incubación a la vez, el problema es que no tuviéramos doscientos como estos desde hace dos décadas- Con todo les recomiendo la lectura de este post.

Pero volviendo a lo macro me sincero con ustedes, aunque seamos capaces de mejorar todos estos proyectos y crear otros nuevos para generar ecosistemas emprendedores cada vez más sofisticados y eficientes, pensar que todos los males de nuestro país se van a solucionar por esto es una absoluta locura.

Con este nuevo entramado de programas públicos y privados, aglutinando todas las empresas tecnológicas, las consolidadas y las startup, nuestras exportaciones de servicios tecnológicos –ese Santo Grial al que encomendamos nuestro futuro- no suponen más del 0,1% del PIB en España (En Alemana un 1,5% y en EEUU un 0,6% a modo de ejemplo)

¿Cuántos puestos de trabajo crearán todas estas startups en los próximos años? No lo sabemos, pero apuesto a que más bien pocos. A modo de ejemplo en Zaragoza, de las varias decenas de empresas tecnológicas que han nacido en los últimos años, sólo sabría ponerle cinco o seis ejemplos de las que superan la veintena de trabajadores.

Llegados a este punto, con seis millones de personas en desempleo, debemos plantearnos dos cosas: La primera es que hay que seguir apostando por el famoso cambio de modelo productivo y multiplicar la inversión por diez si es posible (Prespuesto I+D, Universidad, aceleradoras, incubadoras, inversión y crédito…) y la segunda es que esto, aunque es del todo necesario supone una maldita gota en el desierto y no dará sus frutos hasta dentro de muchos años, e incluso entonces tendrá un alcance limitado, por lo que urge una revolución radical de todo el sistema económico y social en nuestro país, empezando por las políticas de empleo.

Y en esto me centraré en los siguientes post.

Revolucionar las políticas de empleo II. El mercado de No Trabajo

Curroland, Revolucionar las políticas empleo III

7 pensamientos en “Lo que nadie dice de las startups en el país de los 6 millones de parados.

  1. Muy interesante. Estoy plenamente de acuerdo contigo. Soy españo, llevo 3 años y medio en Berlín, tengo el «lujo» de poder trabajar con un contrato digno en una start-up y creo que tienes toda la razón:
    1º Berlín está plagado de start-ups y sigue siendo el estado federado más pobre de Alemania.
    2º Las start-ups no son empresas fuertes ni consolidadas. La misma palabra delata su concepto. Muchas no llegan a los dos años… ni al año y medio.
    3º Muchas start-ups viven de tener a mil becarios. Para muestra, un botón; la mayoría de mis conocidos/amigos españoles en Berlín trabaja en start-ups con contratos de prácticas.

    • Gracias por el feedback. La verdad es que lo de los mitos de Alemania da para varios post, por ejemplo explicando cómo nos metieron en esta senda de austeridad y dolor a la UE sencillamente porque así ellos ganaban competitividad y se llevan la mayor parte de la tarta exportadora. O cómo los minijobs están acrecentando la distancia salarial y abriendo una brecha social en su país…

  2. Pingback: Revolucionar las políticas de empleo II | raulolivan

  3. hace unos días leía que uno de cada cuatro nuevos autónomos europeos es Español. Pero también que uno de cada dos autónomos que se «cierran» en Europa es español. Ahí está la clave del asunto. Considerar al emprendedor/autónomo, sea o no empleador, como la gran esperanza blanca del desempleo y la crisis española está fuera de lugar y además esconde otra realidad: los autónomos son/somos un colectivo muy desprotegido, con los derechos completamente limitados y sin ninguna fuerza negociadora. Los partidos de izquierda deberían reflexionar sobre esto.
    Otra reflexión, por si te sirve: el 80% de la actividad económica (a grandes rasgos) es un intercambio de servicios o productos industriales, es decir, sólo una pequeña parte de las empresas trabajan directamente al consumidor. Los autónomos de nueva creación, habitualmente, se dirigen a ese 20% de «sector consumo directo», con lo cual pescan en caladeros muy agotados y difícilmente viables. Por otra parte, para abrir y mantener una empresa dirigida al «sector industrial/profesional» suele hacer falta un volumen de inversión mucho mayor (en un momento en el que no existe la financiación) y raramente será competitivo si no cuenta con un cierto tamaño de plantilla, etc.
    Si las empresas no tenemos financiación, ni plantilla, ni posibilidad de inversiones, etc. ¿cómo vamos a ser competitivas? Un ejemplo: si mi empresa tiene que comprar al contado (o incluso con pago por adelantado) y tiene que vender con un cierto crédito, y encima vende al extranjero, y no hay manera de financiar ni la compra ni la venta, ¿cómo va a ser viable?
    Y una última reflexión: mientras no exista financiación bancaria, somos las empresas las que estamos ejerciendo esta función: financiamos a nuestros clientes y/o nos financiamos de nuestros proveedores. Esto es un torpedo total a la línea de flotación de la economía real.
    Perdona el testamento, Raul, pero es que me tenía que desahogar. Estoy cerrando el IVA y me sale a pagar 😉

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