Otro ejemplo de programas sólidos son las subvenciones. Cuando las administraciones públicas comenzaron a trabajar el ámbito del fomento empresarial las subvenciones fueron una solución recurrente para ejecutar el presupuesto, salvar la papeleta y hacerse una foto bajo un titular amable. Pero una subvención, igual que el parque industrial, se puede ejecutar bien y constituir una herramienta poderosa de estímulo y ayuda a la generación de riqueza y empleo o por el contrario, convertirse en una elegante forma de liquidar el presupuesto sin producir efecto alguno.
Hace no demasiados años cuando pusimos en marcha Zaragoza Activa heredamos una subvención dirigida a jóvenes empresarios que estaba planteada desde la buena fe –no me cabe duda- pero cuya ejecución se traducía en un completo disparate, pues básicamente otorgaba una dotación económica de unos 300€ a cada proyecto empresarial presentado. En la práctica más de la mitad de los expedientes estaban rellenados por gestorías que trabajaban a comisión y que como supe después se quedaban casi todo el dinero. Y entre tanto el Ayuntamiento de Zaragoza dedicaba a un empleado durante medio año para gestionar aquellos abultados expedientes, pues a pesar de que la dotación económica era ridícula y no influían absolutamente nada en el futuro de la empresa subvencionada, debían fiscalizarse igual que si fueran un crédito de 2 millones de euros.
En la misma línea existen programas de colaboración entre las administraciones y las entidades de crédito –por cierto, unas estructuras que considerábamos muy sólidas hasta hace muy poco- que ofrecen diversos productos financieros ventajosos para emprendedores. Una vez más también aquí hay buenas iniciativas y muchas otras que son sólo marketing de cara a la galería. Desde mi experiencia el único programa que ha supuesto un punto de inflexión y ha conseguido resultados de impacto son los créditos ENISA – ¿demasiado sospechoso que sea precisamente un programa público, no? –
En cualquier caso la pregunta es si existen alternativas a las subvenciones –tan sólidas como costosas en términos de recursos económicos y administrativos – que puedan fortalecer los programas de desarrollo local en estos nuevos tiempos líquidos. Y la respuesta es que sí y es más, probablemente sea en este apartado donde más profundos y decisivos sean los cambios durante los próximos años. De hecho esta revolución lleva ya tiempo latente, el avance es exponencial y si las agencias de desarrollo local todavía no lo hemos advertido es sólo porque estas alternativas han estado volando por debajo del radar. Me refiero al crowdfunding o la financiación colectiva, también a la economía colaborativa, las micro inversiones, la banca cooperativa, la banca colectiva y un sinfín de fórmulas basadas en el poder de las redes y que están conformando nuevos esquemas de economía directa. El ejemplo son esos tres jóvenes que ocupan una mesa en un coworking y que durante unos meses planean, diseñan e imprimen en 3D un prototipo, lo suben a kickstarter (una de las decenas de plataformas de crowdfunding) y consiguen seducir a 25.000 personas en el mundo para que financien y adquieran su producto, sorteando el difícil laberinto de los bancos y las subvenciones. Está pasando.
¿Podemos sumarnos desde las agencias públicas a este tren? Podemos y debemos. Hace un año propuse en un informe una alternativa a la subvenciones clásicas basada en crowdfunding pero estimulado con financiación pública adicional. La propuesta debió horrorizar a los servicios jurídicos y no prosperó, pero hace un par de meses vi que una administración lo había llevado adelante con éxito, se trata de la Junta de Extremadura que a través de la plataforma Goteo convoca líneas especiales en las que ofrece doblar la cantidad obtenida con las micro donaciones. Son dos lógicas que se complementan de forma poderosa, el crowdfunding realiza un filtro muy riguroso entre los productos/ideas que pueden funcionar a través de un jurado multitudinario como si fuera el mejor test de producto posible, mientras que la aportación pública suma su fuerza financiera para la creación de riqueza y empleo.
Serie completa «El Desarrollo local durante los tiempos líquidos»
- El desarrollo local durante los tiempos líquidos 1/6
- De los polígonos industriales a los parques de emprendedores 2/6
- De las subvenciones al crowdfunding y la economía directa 3/6
- Del Día del emprendedor a los ecosistema creativos 4/6
- De las ventanillas a las redes virtuales 5/6
- De los premios competitivos a la economía colaborativa 6/6
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