Desde hace unos días Zaragoza Activa cuenta con un nuevo miembro del comando de «hackers inside», le llamamos José Ramón (AKA @culturpunk) y pensamos que va a aportar muchísimo al enfoque de nuevos proyectos.
No le voy a dar más jabón porque aún tiene que completar el proceso de #inmersiónextrema como él mismo ha definido, refieriéndose al calendario de tareas que le hemos puesto para agilizar su integración en ZAC. Escribo esto porque he compartido con él varios recesos reflexivos donde hemos comenzado a confrontar visiones de lo que acontece, yo reinvindicando cierta vuelta a lo mejor del materialismo y la lógica de la dialéctica, y él teorizando sobre la utopía y la ética hacker.
El otro día hablando sobre smart cities, él se mostraba contrariado por la deriva de algunos discursos que repiensan la ciudad ideal pero terminan por marginar el papel de los ciudadanos -tiene mucho mundo así que posee una perspectiva de la que carecemos la mayoría de nosotros- y yo le daba la razón. De alguna manera hay que proclamar un back to basics de las políticas públicas, colocando a las personas en el centro de todo y hay que hacerlo además con simetría y bidireccionalidad.
Y como todo está conectado este fin de semana he recobrado el pulso del máster de Planificación Estratégica Urbana de CIDEU y he descubierto un concepto interesante: Gestión Emocional de la Ciudad. Con el que los tecnólogos se refieren precisamente a esa necesidad de repensar la ciudad del futuro colocando a las personas en el centro de todo.
Las personas, vivan o no en su ciudad, se movilizan por su entorno territorial más cercano. La ciudad de su infancia, de sus olores, de sus recuerdos más felices (los de la niñez yla juventud) es el marco de su legado, de sus querencias. Gestionar esos liderazgos, a veces esparcidos por otros lugares, reconocerlos, integrarlos y alinearlos con las estrategias diseñadas tiene una potencia que no se ha valorado suficientemente. Implicar en proyectos de gran dimensión requiere, muchas veces, gestionar la emoción, individual o colectiva, de la ciudadanía, y de la diáspora… [Texto del Master cuyo módulo lidera Kepa Korta que dirige la Oficina del Plan Estratégico de DonostI]
Bajo este nuevo discurso la Gestión Emocional de la Ciudad pretende agrupar lo mejor de la Ciudad Inteligente y los nuevos paradigmas de la Innovación Social, y ya ha comenzado a cristalizar en algunos proyectos tangibles como por ejemplo www.emotionalcities.com que invita a la ciudadanos a expresar su estado de ánimo mediante un código de colores, cuya proyección se realiza en edificios céntricos e icónicos de la ciudad.
Lo cierto es que es una propuesta con más carga estética que participación real, y puede ser objeto de cierta crítica por el excesivo enfoque naif en tiempos de urgencias materiales, pero en ocasiones necesitamos banderas que inspiren el camino a seguir y ésta resulta cuando menos motivadora.
Os dejo un vídeo de la evolución del proyecto emotional cities en Suecia. ¿Os gusta?
es una excelente aproximación en varios ámbitos: por una parte en la utilización de la ciudad como interfaz de información, y de información que al menos concierne a gran parte de la ciudad: cómo estamos? nos encontramos bien?
por otra parte, automatiza y simplifica el proceso extractivo de información del conjunto de ciudadanos. por lo que se ve en el vídeo es simplemente tocar una cara sonriente, lo que facilita y bajas las barreras de entrada para el usuario utilizar el software
por último, ofrece un ambiente cromático nuevo, diferente, dinámico, que cambia, haciendo que las calles y el contraste de colores nos presenten una nueva ciudad de manera diaria.
+1 por el artículo raúl
Muchas gracias Alfredo,
Nos seguimos por aquí, ya vi tu Blog 😉
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