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Te imaginas que la modernidad en vez de traer luz y progreso a tu comunidad, la oscureciera, censurando tu modo de expresarte, bloqueando tu capacidad de comunicación, imponiendo límites a tu lengua, y por tanto, a tus raíces, tu cultura, tu pensamiento, y en último término, a tus sentimientos.

Te imaginas que un día te despiertas y has enmudecido de pronto… Esto es lo que de alguna manera han sufrido la comunidad de 7000 indígenas wounaan en Colombia y Panamá, una comunidad de la zona del Chocó, la región selvática que une el pacífico con el atlántico, y forma frontera entre ambos países.

Ellos tienen su propia lengua, con su propio abecedario, el problema es que este abecedario no está digitalizado, es decir, no existe una tipografía que pueda trasladar su lengua a un dispositivo electrónico. Es como cuando se te cambia el teclado del móvil por error a chino, y no puedes usarlo para nada.

Lo cierto es que los wounaan se han ido adaptando forzosamente a las circunstancias. Probablemente si les preguntáramos a ellos por sus problemas, señalarían otros antes que la carencia de una tipografía, como por ejemplo, la escalada de violencia que vivieron en la última década en la región, como consecuencia del multi conflicto colombiano, pues el Chocó se hallaba en la encrucijada de las FARC, el ELN, la narco guerrilla, los paramilitares… y el propio Ejército Colombiano.

Como consecuencia de ese escenario, muchos wounaan emigraron a Bogotá o algunas zonas de Panamá, rompiendo los lazos ancestrales entre la comunidad y la tierra, que durante generaciones tejieron la idiosincrasia de la cutura wounaan.

Y fue precisamente en Bogotá, donde Sergio Aristizábal, un joven diseñador que comanda un estudio en la capital colombiana, conoció el caso de los wounaan, la comunidad que había huido de las zonas de conflicto armado, y que hoy, luchaban por adaptarse a la jungla urbana de una metrópoli de 8 millones de habitantes. Pensó que él podía diseñar una tipografía wounaan que permitiera que estas 7000 personas pudieran usar su lengua en un email, en el Facebook o en un blog, como hacemos todos nosotros, sin valorarlo ni un segundo, porque nos parece lo normal.

El proyecto tuvo la suerte de ser seleccionado como uno de los once que se desarrollarían durante el Laboratorio de Innovación Ciudadanda, en el contexto de la Cumbre de Jefes de Estado, impulsada por la SEGIB y que se celebra este octubre en Cartagena de Indias, Colombia. Así contactó con Bladimir, un profesor de filosofía wounaan, que está validando el proceso. Pero también con otras 9 personas, que durante dos semanas están trabajando conjuntamente en la iniciativa «gente fuente»: tipógrafos, diseñadores, mediadores culturales, expertos en medios digitales, en didáctica… un proceso del que no sólo va a salir una tipografía, sino unos vídeo tutoriales, un prototipo de teclado con abecedario wounaan, un cuaderno didáctico para los profesores, un cuaderno de campo con la experiencia para poder replicarla en las otras 64 lenguas indígenas…  Una aventura apasionante, en la que me ha tocado ser mentor del equipo, pero donde obviamente, estoy aprendiendo yo mucho más de ellos.

Ahora solo falta que los wounaan acepten de buen grado todas las herramientas que les van a ofrecer, para lo que están mediando desde el más absoluto respeto. Sueñan con poder ayudar a 7000 personas a expresar su pensamiento, su cultura, sus sentimientos. Aunque los wounaan nunca conocerán a la mayoría del equipo que trabaja con Sergio. Pequeños héroes cotidianos: Ana Varela, Sandra García, Manuel López Cecilia Vilca, Ram Lopez, Victoria Clemente, David Espinosa, Blacho Moya

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