El Cuarto Sector se define como la nueva categoría de organizaciones y empresas híbridas, que han desbordado las características de los tres sectores tradicionales (1º Privado, 2º Público, 3º Social). Son empresas que están enfocadas a maximizar el beneficio social, son también organizaciones y fundaciones que están buscando mejorar su sostenibidad, y son igualmente organismos o empresas públicas, que están adoptando estrategias del sector privado o el sector social, para incrementar su impacto.
Nuevas empresas y organizaciones con un nuevo ADN que anticipan un nuevo sistema operativo con lo mejor de cada sector: Orietación a resultados, dinamismo y foco en la innovación -sobre todo social-, prioridad en los beneficios sociales, empatía con el entorno, ética redistributiva y contribicuón a la igualdad.
Llevamos unos años ya hablando de este paradigma, y el World Economic Forum no ha sido ajeno a la tendencia, creando un potente grupo de trabajo del Cuarto Sector. Que el WEF haya puesto sus radares a trabajar en este tema nos permite dimensionar la escala del fenómeno.
En este contexto, el pasado 23 de octubre se constituyó el Consejo Asesor del Cuarto Sector para Iberoamérica, para el que el WEF ha elegido como socio clave a la SEGIB -La Secretaría General Iberoaméricana-, además de contar con el apoyo del PNUD -ONU- y el Instituto de Empresa.
Tengo el honor de ser uno de los doce asesores que formarán el grupo, junto a personas de la talla de Heerad Sabeti (Head of the World Economic Forum´s Fourth Sector Group), Sebastián Gatica (Universidad Católica de Chile), Antonio Vives (BID) Leire Pajín (Ex Ministra España y consultora en relaciones internacionales), Ana Sáenz (Ashoka Iberoamérica), Leonardo Quattrucii (Top young leaders by Forbes Magazine), Alejandro Pacheco (Strategic Adviser for Latin American in UNDP, and World Fellow at Yale University) Rachida Justo (IE Business School), Sergio Lazzarini (Insper Instituto and Washignton University), Rocío Arango (RutaN Medellín) y Federico Seineldin (Njambre y Arbusta Argentina).
El grupo está coordinado por Diego Rubio (SEGIB e IE) y Pablo Pascale (SEGIB e Innovación Ciudadana) con la implicación directa de la Secretaria General Rebeca Grynspan.
El obetivo general del grupo es impulsar el Cuarto Sector en las agendas políticas iberoamericanas, empezando por la Cumbre de Jefes de Estado de Guatemala que se celebrará en 2018 y donde intentaremos llegar con un plan estratégico que cristalice en una declaración institucional.
Pero antes hace falta un trabajo riguroso de taxonomía, para definir quién está y quién no, dentro del Cuarto Sector, sobre todo si queremos contaminar el discurso general del WEF con el acento iberoaméricano, evitando que, una vez más, el mundo anglosajón se apodere de los significantes y marque la dirección de los significados. Y es que lo bonito del Cuarto Sector es que es aún un relato por construir.
Os recojo algunas reflexiones personales de las primeras sesiones de trabajo del grupo, a partir de una de mis tesis: El Cuarto Sector debería ser más un cómo que un qué… he intentado sintetizar algunas de las ideas centrales de Heerad Sabeti, encargado de poner contexto sobre el Cuarto Sector y el WEF, aportando mi visión particular desde los ecosistemas públicos de emprendimiento e innovación social.
En un primer cuadro os resumo cómo Sabeti define la construcción del cuarto sector, como un movimiento de confluencia: Desde lo privado al beneficio social, Desde lo público y lo social, hacia la generación de ingresos, es decir la rentabilidad/sostenibilidad.
Desde mi punto de vista este gráfico es brillante para resumir el fenómeno a escala global, pero también pienso que es excesivamente simple, y que puede llevar a equívocos o visiones parciales sobre lo qué es y -sobre todo- lo que queremos que sea el Cuarto Sector.
Considerando el viaje que hacen el sector público y el sector social, podría pensarse que el cuarto sector para éstos, se limita a una búsqueda de la rentabilidad o sostenibilidad en los ingresos. Es de alguna manera el discurso del emprendimiento social anglosajón de los últimos diez años, busquemos impacto social pero garanticemos la sostenibilidad con unos ingresos que nos hagan independientes de otras contribuciones. En esta idea abundó mi compañero Antonio Vives, y es sin duda, la teoría más respaldad por teóricos del inicipiente fenómeno del Cuarto Sector.
No obsante, yo quiero introducir mi propia visión, aunque sea a modo de voto particular. Una visión que se entiende mejor con este tercer cuadro:
Para mí el cuadro 1, basado en las expliaciones de Sabeti, no recoge la profundidad y complejidad de algunas organizaciones híbridas del sector social y el sector público, cuyo foco, más que en la sostenibildiad, está puesto en la rentabilidad social, o más concretamente, en el retorno social de la inversión (SROI). Es decir, existen organizaciones y programas públicos y sociales, que sin estar generando ingresos directos, como manda la lógica de la empresa privada, sí que están generando externalidades positivas indirectas (creando empleo, favoreciendo la recaudación de impuestos, fortaleciendo un ambiente adecuado para el emprendimiento y la innovación, tejiendo redes sociales que previenen la aparición de patologías sociales…)
Y mi teoría es que esas organizaciones publicas y sociales también están realizando un viaje hacia el cuarto sector, pero a través de un eje Z, más transversal, centrado en el retorno social. De tal manera, que esa derivada Z está generando, no un espacio delimitado y definido para un nuevo cuarto sector, sino un ecosistema nebuloso y complejo, con un perímetro gasesoso, cuyas hechuras son difíciles de dimensionar en una taxonomía cerrada.
De tal suerte, que habría tres vías para llegar al Cuarto Sector. Desde las empresas que se enfocan al beneficio social. Desde las organizaciones sociales y públicas que buscan su sostenibilidad a través de los ingresos. Y, como reivindico, desde las organizaciones sociales y públicas, que centran su estrategia en el retorno social de la inversión, con independencia de donde vengan los ingresos.
Baste como ejemplo, que en Zaragoza Activa, el ecosistema público de emprendimiento e innovación social, donde trabajo, en su auditoría de 2015 logró un SROI de 3,17. Es decir, generamos 3,17€ por cada € público invertido.