Cada vez que se inventa un robot, un autómata o un dron para ejecutar tareas humanas de forma eficiente, es decir empleando menos recursos para el mismo nivel de resultados o incluso mejores, se genera el mismo debate ¿Qué sucede si las maquinas acaban haciendo todo nuestro trabajo? ¿Todo avance tecnológico beneficia a la sociedad?
Es un dilema sempiterno que se reproduce ya desde la revolución industrial con los grandes procesos de estandarización y producción en cadena. Aunque para afrontarlo y tomar partido sobre este debate, deberíamos crear una ecuación que definiera dónde está el punto de declinación, a partir del cual ya no compensa el avance tecnológico en términos sociales, y que contabilizara aspectos como:
Número de empleos que destruye un robot (o software si se prefiere), número de empleos que necesita el mantenimiento y control del robot, número de recursos que ahorra, los ingresos que genera vía impuestos esa tecnología frente al proceso tradicional, tanto de forma directa e indirecta, con IRPF, IAE, IVA… Sumar el tema las patentes, los dividendos que genera a sus accionistas o incluso aspectos mucho más complejos como su coste de oportunidad, el impacto social y ambiental de la tecnología frente al proceso tradicional… etcétera.
Son demasiados valores, y sobre todo, muchos de ellos dinámicos y fluctuantes, por lo que es muy complicado resolver la ecuación.
Es verdad que desde un punto de vista empírico podemos afirmar que hasta hoy la inmensa mayoría de estos avances tecnológicos en forma de robots o autómatas, o incluso software, han servido para mejorar la sociedad. Vivimos mejor que hace 50 años y eso nadie lo duda.
El asunto delicado es que nada nos garantiza que esto será así ad infinitum (El crecimiento ilimitado es una quimera liberal que ha quedado barrida con la crisis) y nadie sabe definir dónde está el punto exacto de declinación, ese valor donde el avance tecnológico deja de ser rentable socialmente.
La mera reflexión sobre el tema da vértigo… pero quizá podamos salvarnos del apocalipsis -me explico- Existe un modo en el que podemos seguir desarrollando tecnología para sustituir a los humanos prácticamente de forma ilimitada sin alcanzar el punto de declinación.
¿Cuál? Alterando de forma paulatina algunos de los valores que mencionábamos antes en la ecuación. Por ejemplo, garantizando que cuando una tecnología concentra el beneficio en una minoría, opera en sentido contrario y con la misma fuerza, una acción de redistribución hacia la mayoría.
Es decir, sólo podemos aceptar una sociedad en la que los avances tecnológicos sustituyan cada vez más mano de obra humana (Lo que produce indefectiblemente concentración del beneficio y un desequilibrio entre las personas más o menos pudientes y entre las más y menos capaces), si aceptamos a la vez que en esa utopía los impuestos tienden al 100%, para hallar el punto de equilibrio.
En resumidas cuentas, una sociedad en la que se producen cada vez más avances tecnológicos, como los drones de Amazon, todos los paquetes ofimáticos, los autómatas de los centros comerciales o los sensores de las nuevas smart cities, se debe dotar en paralelo de un sistema de redistribución cada vez más potente. O de lo contrario, un día, no sabemos si ayer, mañana o dentro de 200 años, se alcanzará el punto de declinación y este mundo puede acabar convirtiéndose en una mezcla de Terminator 5 y Mad Max 4.
(La foto es para no dramatizar tanto, todavía hay esperanza )
Muy interesante Raúl, gracias.
Lo me parece que le falta a tu argumento es que parte de una visión lineal del desarrollo tecnológico, que analizas en términos matemáticos: más o menos desarrollo, y punto de inflexión, etc. Esa perspectiva cuantitativa vale para cosas como análisis económicos de beneficios, etc (costes marginales y esas cosas). Pero en este caso, el desarrollo tecnológico y social puede tomar muchos caminos diferentes.
No es una cuestión de si estamos «mejor» o «peor» que antes, como si mejor-peor fuera una línea recta. Es un plano (por lo menos!) con un montón de caminos y direcciones posibles. La cuestión es hacia dónde avanzamos.
Por ejemplo, las tecnologías no siempre mejoran la eficiencia. A veces se implantan para forzar cambios sociales y afectar a las relaciones de poder. Hay estudios que muestran cómo algunas de ellas empeoraron la producción, pero redujeron la capacidad de los sindicatos, por lo que a los empresarios les compensaba en términos económicos (que es la razón última por la que se implantan y triunfan las tecnologías).
El estudio es de David Noble, y lo cita Langdon Winner en su último artículo en Teknokultura. (hacia la mitad del texto). Si te interesan estos temas, te recomendaría mucho leer literatura especializada. En concreto Winner es un crack. En el último post de mi blog tienes un fragmento de un libro suyo: Filosofía de la tecnología
He puesto los que no sé si saldrán, si no, va a quedar fatal…
Ultima cosa: No me mola nada comentar en un blog con publicidad.